La Mengambrea

Firefox: ahora con 15% más maldad

Leyendo mis mensajes me encontré una amable nota del editor de Egocentria (saluditos, carnal, muchas gracias por el comentario, se aprecia; y su blog, pues marea de tanto tecnicismo y apesta bien duro a nerd... ¡me gusta!). Así que me fui para allá y, hojeando su material, me encontré un artículo acerca de una funcionalidad nueva que se está probando en Mozilla Firefox.

Vea usted, se trata de permitir al autor de una página saber sobre qué ligas cliquean sus lectores. Le llaman "ping", a esto. Uno escribe sus ligas en la forma <a href="..." ping="...">, y así, cuando el usuario le da a una liga, Firefox hace dos peticiones: una a la dirección de "ping", para avisar que el usuario hizo clic en la liga, y otra a la dirección de la página que quiere ver el usuario, que es la única que se muestra. Y ya, eso es todo.

Honestamente, mi reacción fue: "Jo jum, ajá, chido... hey, ¡puedo oprimirme los ojos para ver luces de colores! Me pregunto, ¿habrán fotos nuevas de tías buenas en el máispeis, hoy?..."

Er... ¿en qué estaba? Ah, sí, el "ping" del Firefox. Lo interesante son los gritos y sombrerazos que esto ha atraído de mucha gente, incluyendo elementos informados y racionales como mi estimado y nunca bien ponderado egocéntrico. La banda está alzada en armas porque esto es una invasión a la privacía, porque nomás sirve para traquear a los usuarios, porque sólo sirve para que Google sepa todavía más de nosotros... Y ¿qué puedo decir yo? Ciertamente no quiero ser el que mate al payaso, yo que disfruto una sabrosa teoría de conspiración como el que más. Pero con todo y eso, el tal "ping" me suena francamente insípido para alimentar una sana paranoia. Cuando más lo veo como una implementación limpia de algo que ya es costumbre en la red: esta información hoy se obtiene fácilmente con los redirects de siempre, o con unas líneas de Javascript. En todo caso, el "ping" es más limpio y transparente para el usuario, y al menos se puede deshabilitar.

Pero bueno, lo que quería contarle es que me puse a pensar: ¿qué será lo que molesta tanto? Y llegué a una conclusión, a ver qué le parece.

A todos los usuarios de la WWW ya se nos sigue de cerca, cotidianamente. Y nos vale madre: le juro que no conozco a nadie a quien le importe un pito si cliquear en una liga dirige primero a un servidor que registra nuestra dirección, mientras redirija enseguida a lo que queremos ver. Pero, y he aquí el meollo del asunto: la gente que usa redirects para fisgar en nuestros hábitos de surfeo ha tenido la delicadeza, la decencia básica, de hacerlo con disimulo. Discretamente, acá, por abajo del agua. Los "pings" son, en cambio, algo conspicuo, dolorosamente obvio. Saber cuál es su propósito y aún así navegar se siente como dar una aprobación tácita a que se nos vigile. Y eso encabrona, cómo no. Principalmente porque nos quita la opción de hacernos pendejos y pretender que esto no pasa todo el tiempo.

Eso, o alguien no está entendiendo bien de qué se trata.

[Foto: El Sr. Eovti, reconocido investigador de temas afínes al discutido en este artículo, modela un prototipo tradicional de casco protector contra ondas de control mental (el diseño ilustrado es algo ingenuo, y ciertamente mejorable—vea su página). Fuente: Eovti's Homepage]

Etiquetas: internet

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